LAS MUJERES INDÍGENAS COLOMBIANAS EN EL
CAMINO DEL CONFLICTO A LAS NEGOCIACIONES DE PAZ
La
ONIC - Organización Nacional Indígena de Colombia es un proyecto político,
organizativo y de gobierno de carácter nacional, que constituye una apuesta
propia de los pueblos indígenas de
Colombia para la defensa y protección de nuestros derechos especiales,
colectivos y culturales, bajo los principios del movimiento indígena: Unidad,
Tierra, Cultura y Autonomía
Según
cifras oficiales del año 2005, somos aproximadamente el 3.4% de la población
colombiana, aproximadamente
1´400.000 indígenas. Para la
ONIC - como Autoridad Nacional de
Gobierno Indígena, somos 102 pueblos, ubicados en 30 de los 32 departamentos.
Las mujeres somos cerca del 50% de la población indígena.
Hemos
sido víctimas del conflicto armado y la violencia sociopolítica y económica que
se vive en nuestro país, lo hemos sido como pueblos indígenas y como mujeres
indígenas. Pero además de sufrir las consecuencias del conflicto armado interno
que vive el país y que de manera particular ha hecho de los pueblos indígenas
las principales víctimas, también hemos soportado las consecuencias de una
“violencia estructural”.
Esta
violencia que hemos llamado estructural - tal como se resaltó en el reciente
informe de la Consejería de Derechos de los Pueblos Indígenas, Derechos Humanos
y Derechos Internacional Humanitario y Paz de la ONIC- “está moldeada por instituciones, relaciones y campos de fuerza
identificables, tales como la discriminación, la inequidad de género, la
política de desarrollo, la política de despojo y los términos desiguales de
intercambio en el mercado global entre las naciones industrializadas y las no
industrializadas”.
Durante
décadas, nuestra situación se ha caracterizado por:
·
Disputas
por nuestros territorios de gran riqueza por su biodiversidad, recursos
bioenergéticos y mineros
·
Intereses
gubernamentales y de capital transnacional por nuestros recursos energéticos,
minerales y ambientales
·
Sistemática
vulneración al derecho a la consulta previa
·
La
estigmatización de nuestras manifestaciones y protestas
·
La
militarización casi total de nuestros territorios
·
Desplazamiento
forzado como estrategia de guerra y como consecuencia de la misma
·
Amenazas,
lesiones y muertes violentas
·
Desapariciones
·
Reclutamiento
de jóvenes y parientes
·
Líderes y
lideresas declarados como objetivo militar
·
Violencia
sexual cometida por actores estatales y actores armados, sumada a la violencia
que vivimos al interior de nuestras comunidades
Las
consecuencias de estas violaciones a los derechos humanos las hemos padecido de
manera directa como víctimas individuales y colectivas, pero es indudable que
la vida familiar y la vida comunitaria se han visto afectadas también, la
guerra ha desestabilizado muchas de nuestras relaciones, ha faltado la armonía,
esa armonía que caracteriza el buen vivir de nuestros pueblos. Nuestro
territorio se ha visto afectado cultural y espiritualmente.
Así
como no concebimos pueblos sin territorio, tampoco podemos imaginar la
pervivencia de nuestros pueblos si no hay paz y armonía en los territorios.
Luego de años de exterminio y guerra, de temor y desesperanza hoy seguimos
luchando por nuestros territorios en paz. Pero la paz y la armonía solo son
posibles si hay condiciones dignas para vivir; no basta con el silencio de las
armas y que quienes se han llamado enemigos estrechen sus manos. Para las
mujeres indígenas habrá paz cuando nuestros pueblos sean tratados como sujetos
políticos y no como objetos, cuando nosotras como mujeres seamos reconocidas
como sujetos de derechos y no como objetos, como actoras políticas y
protagonistas de la historia.
Hacia
el año 2012, resaltamos ante la Representante Especial del Secretario General
de las Naciones Unidas para Violencia Sexual en el marco de los conflictos
armados que:
“Vivir sin violencia para las mujeres
indígenas sería vivir en armonía, es estar bien en nuestros pueblos y
comunidades, y en cualquier otro lugar, es vivir a plenitud todo el tiempo, al
decir de las mujeres, es estar bien siempre y no ocasionalmente, y contar con
mecanismos estatales comunitarios y familiares de resolución de los conflictos.
Vivir sin violencia es tener realizados todos los derechos tanto individuales
como colectivos. En el plano colectivo por ejemplo, es importante contar con un
territorio propio, el cual para las mujeres debe ser además un territorio
seguro, que les permita transitar sin el temor de ser agredidas físicamente ni
sexualmente”.
La
paz está nuestros pensamientos, sueños y caminos. Luchamos por la armonía en lo
personal, en nuestras familias, comunidades y en la sociedad en general. Las
mujeres indígenas tejemos caminos de paz cuando recordamos el dolor que produce
la guerra pero no nos detenemos, proponemos y caminamos con nuestros
compañeros; queremos la paz cuando parimos hijos e hijas para cuidar a la madre
tierra; construimos la paz cuando participamos en congresos, asambleas,
reuniones, talleres; aportamos a la búsqueda de la paz cuando desde la
resistencia indígena nos sumamos a los movimientos sociales que en Colombia
quieren la paz.
Información sobre escenario de paz y
movimientos sociales, Minga, Foros de Paz, Cumbre
La
Consejería de Mujer, Familia y Generación fue creada por mandato del VII
Congreso de los Pueblos Indígenas en el 2007, con el objeto de dinamizar procesos para el fortalecimiento de
las mujeres, las familias y las diferentes generaciones indígenas, en el
contexto de la agenda del movimiento indígena.
Nuestra
Consejería, que hemos llamado la Consejería de la Gente Indígena, tiene como
uno de sus mandatos el conocer, visibilizar y denunciar las violaciones a los
derechos humanos de las mujeres indígenas y a la vez exigir las garantías para
su plena realización, por eso en el marco de esta labor seguimos insistiendo
en:
Respeto a
los territorios, gobiernos, autoridades y
autonomía de los Pueblos Indígenas
·
Desmilitarización
de los territorios indígenas
·
Atención
estatal y cese a los procesos de ocupación ilegítima y de despojo territorial
· Justicia
y reparación ante las graves violaciones a los derechos humanos teniendo en
cuentas las particularidades de las violencias que viven las mujeres indígenas
y superando los obstáculos que siempre encontramos en términos lingüísticos,
geográficos, culturales, económicos, sociales y
políticos.
· El
establecimiento de programas concertados adecuadamente de atención a las
mujeres y niñas que han sido agredidas sexualmente y con otras formas de
violencia, que proporcionen una reparación integral, comenzando por el respeto
a nuestras autoridades, gobierno y formas tradicionales de vida.
· Mecanismos
adecuados para la coordinación de la justicia propia y ordinaria como medida para
asegurar el acceso efectivo a la administración de justicia y superar la
impunidad en los casos de violación de derechos a las mujeres indígenas
Buscamos
la paz en las acciones individuales y comunitarias; en el fortalecimiento de
nuestra cosmovisión e identidad; en la unidad y el trabajo colectivo; para los
pueblos indígenas -como ya se ha expresado en otros espacios- “la paz no es una palabra o un discurso, sino
una práctica que cotidianamente vivimos
y practicamos en los territorios, en nuestros ciclos de vida y con todos aquellos
con los que nos relacionamos”. Responde al país profundo que no delega vocerías
en los armados de cualquiera denominación. Es integral, social, popular, étnica,
de género y familia, sociopolítica, económica y ambiental.”
Como
movimiento indígena hemos señalado unas condiciones básicas para una paz
exitosa e incluyente:
·
Tregua
bilateral para disminuir la intensidad del
conflicto, la violación de los derechos humanos de los pueblos indígenas y
crear un clima favorable a la paz mientras se adelantan las negociaciones.
·
Reactivación
del Consejo Nacional Indígena de Paz (CONIP), como máxima instancia de incidencia e
interlocución política sobre nuestras iniciativas de paz en las etapas de
negociación, desmovilización y posconflicto.
·
Conformación
de una Comisión Humanitaria Indígena Nacional y de subcomisiones regionales
prioritarias para adelantar diálogos humanitarios
inmediatos llegar a compromisos públicos y verificables con los actores armados
sobre respeto a la vida e integridad de los pueblos indígenas.
Estas
comisiones deberán contar con reconocimiento del Gobierno Nacional y el acompañamiento
de facilitadores, garantes y observadores nacionales e internacionales.
¡La paz es nuestro mandato de Vida!
¡Cuenten con nosotros para la paz,
nunca para la guerra!
No hay comentarios:
Publicar un comentario