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miércoles, 25 de febrero de 2015

PONENCIA ORGANIZACIÓN NACIONAL INDÍGENA DE COLOMBIA ONIC

LAS MUJERES INDÍGENAS COLOMBIANAS EN EL CAMINO DEL CONFLICTO A LAS NEGOCIACIONES DE PAZ

La ONIC - Organización Nacional Indígena de Colombia es un proyecto político, organizativo y de gobierno de carácter nacional, que constituye una apuesta propia de los pueblos indígenas de  Colombia para la defensa y protección de nuestros derechos especiales, colectivos y culturales, bajo los principios del movimiento indígena: Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía

Según cifras oficiales del año 2005, somos aproximadamente el 3.4% de la población colombiana, aproximadamente  1´400.000  indígenas. Para la ONIC  - como Autoridad Nacional de Gobierno Indígena, somos 102 pueblos, ubicados en 30 de los 32 departamentos. Las mujeres somos cerca del 50% de la población indígena.

Hemos sido víctimas del conflicto armado y la violencia sociopolítica y económica que se vive en nuestro país, lo hemos sido como pueblos indígenas y como mujeres indígenas. Pero además de sufrir las consecuencias del conflicto armado interno que vive el país y que de manera particular ha hecho de los pueblos indígenas las principales víctimas, también hemos soportado las consecuencias de una “violencia estructural”.

Esta violencia que hemos llamado estructural - tal como se resaltó en el reciente informe de la Consejería de Derechos de los Pueblos Indígenas, Derechos Humanos y Derechos Internacional Humanitario y Paz de la ONIC- “está moldeada por instituciones, relaciones y campos de fuerza identificables, tales como la discriminación, la inequidad de género, la política de desarrollo, la política de despojo y los términos desiguales de intercambio en el mercado global entre las naciones industrializadas y las no industrializadas”.

Durante décadas, nuestra situación se ha caracterizado por:

·         Disputas por nuestros territorios de gran riqueza por su biodiversidad, recursos bioenergéticos y mineros
·         Intereses gubernamentales y de capital transnacional por nuestros recursos energéticos, minerales y ambientales
·         Sistemática vulneración al derecho a la consulta previa
·         La estigmatización de nuestras manifestaciones y protestas
·         La militarización casi total de nuestros territorios
·         Desplazamiento forzado como estrategia de guerra y como consecuencia de la misma
·         Amenazas, lesiones y muertes violentas
·         Desapariciones
·         Reclutamiento de jóvenes y parientes
·         Líderes y lideresas declarados como objetivo militar
·         Violencia sexual cometida por actores estatales y actores armados, sumada a la violencia que vivimos al interior de nuestras comunidades

Las consecuencias de estas violaciones a los derechos humanos las hemos padecido de manera directa como víctimas individuales y colectivas, pero es indudable que la vida familiar y la vida comunitaria se han visto afectadas también, la guerra ha desestabilizado muchas de nuestras relaciones, ha faltado la armonía, esa armonía que caracteriza el buen vivir de nuestros pueblos. Nuestro territorio se ha visto afectado cultural y espiritualmente.

Así como no concebimos pueblos sin territorio, tampoco podemos imaginar la pervivencia de nuestros pueblos si no hay paz y armonía en los territorios. Luego de años de exterminio y guerra, de temor y desesperanza hoy seguimos luchando por nuestros territorios en paz. Pero la paz y la armonía solo son posibles si hay condiciones dignas para vivir; no basta con el silencio de las armas y que quienes se han llamado enemigos estrechen sus manos. Para las mujeres indígenas habrá paz cuando nuestros pueblos sean tratados como sujetos políticos y no como objetos, cuando nosotras como mujeres seamos reconocidas como sujetos de derechos y no como objetos, como actoras políticas y protagonistas de la historia.

Hacia el año 2012, resaltamos ante la Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para Violencia Sexual en el marco de los conflictos armados que:

Vivir sin violencia para las mujeres indígenas sería vivir en armonía, es estar bien en nuestros pueblos y comunidades, y en cualquier otro lugar, es vivir a plenitud todo el tiempo, al decir de las mujeres, es estar bien siempre y no ocasionalmente, y contar con mecanismos estatales comunitarios y familiares de resolución de los conflictos. Vivir sin violencia es tener realizados todos los derechos tanto individuales como colectivos. En el plano colectivo por ejemplo, es importante contar con un territorio propio, el cual para las mujeres debe ser además un territorio seguro, que les permita transitar sin el temor de ser agredidas físicamente ni sexualmente”.
La paz está nuestros pensamientos, sueños y caminos. Luchamos por la armonía en lo personal, en nuestras familias, comunidades y en la sociedad en general. Las mujeres indígenas tejemos caminos de paz cuando recordamos el dolor que produce la guerra pero no nos detenemos, proponemos y caminamos con nuestros compañeros; queremos la paz cuando parimos hijos e hijas para cuidar a la madre tierra; construimos la paz cuando participamos en congresos, asambleas, reuniones, talleres; aportamos a la búsqueda de la paz cuando desde la resistencia indígena nos sumamos a los movimientos sociales que en Colombia quieren la paz.

Información sobre escenario de paz y movimientos sociales, Minga, Foros de Paz, Cumbre

La Consejería de Mujer, Familia y Generación fue creada por mandato del VII Congreso de los Pueblos Indígenas en el 2007, con el objeto de  dinamizar procesos para el fortalecimiento de las mujeres, las familias y las diferentes generaciones indígenas, en el contexto de la agenda del movimiento indígena.

Nuestra Consejería, que hemos llamado la Consejería de la Gente Indígena, tiene como uno de sus mandatos el conocer, visibilizar y denunciar las violaciones a los derechos humanos de las mujeres indígenas y a la vez exigir las garantías para su plena realización, por eso en el marco de esta labor seguimos insistiendo en:

Respeto a los territorios, gobiernos, autoridades y  autonomía de los Pueblos Indígenas
·         Desmilitarización de los territorios indígenas

·         Atención estatal y cese a los procesos de ocupación ilegítima y de despojo territorial

·   Justicia y reparación ante las graves violaciones a los derechos humanos teniendo en cuentas las particularidades de las violencias que viven las mujeres indígenas y superando los obstáculos que siempre encontramos en términos lingüísticos, geográficos, culturales, económicos, sociales y  políticos.

·       El establecimiento de programas concertados adecuadamente de atención a las mujeres y niñas que han sido agredidas sexualmente y con otras formas de violencia, que proporcionen una reparación integral, comenzando por el respeto a nuestras autoridades, gobierno y formas tradicionales de vida.

·      Mecanismos adecuados para la coordinación de la justicia propia y ordinaria como medida para asegurar el acceso efectivo a la administración de justicia y superar la impunidad en los casos de violación de derechos a las mujeres indígenas

Buscamos la paz en las acciones individuales y comunitarias; en el fortalecimiento de nuestra cosmovisión e identidad; en la unidad y el trabajo colectivo; para los pueblos indígenas -como ya se ha expresado en otros espacios- “la paz no es una palabra o un discurso, sino una práctica  que cotidianamente vivimos y practicamos en los territorios, en nuestros ciclos de vida y con todos aquellos con los que nos relacionamos”. Responde al país profundo que no delega vocerías en los armados de cualquiera denominación. Es integral, social, popular, étnica, de género y familia, sociopolítica, económica y ambiental.

Como movimiento indígena hemos señalado unas condiciones básicas para una paz exitosa e incluyente:

·         Tregua bilateral para disminuir la intensidad del conflicto, la violación de los derechos humanos de los pueblos indígenas y crear un clima favorable a la paz mientras se adelantan las negociaciones.

·         Reactivación del Consejo Nacional Indígena de Paz (CONIP), como máxima instancia de incidencia e interlocución política sobre nuestras iniciativas de paz en las etapas de negociación, desmovilización y posconflicto.

·         Conformación de una Comisión Humanitaria Indígena Nacional y de subcomisiones regionales prioritarias para adelantar diálogos humanitarios inmediatos llegar a compromisos públicos y verificables con los actores armados sobre respeto a la vida e integridad de los pueblos indígenas.

Estas comisiones deberán contar con reconocimiento del Gobierno Nacional y el acompañamiento de facilitadores, garantes y observadores nacionales e internacionales.

¡La paz es nuestro mandato de Vida!
¡Cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra!



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